En las últimas semanas estamos todos pendientes, casi en exclusiva, de Estados Unidos y de Cataluña y no miramos a ningún otro sitio.

Sin embargo, nuestro futuro va a jugarse este año en Europa, que vive el momento más crítico de su historia reciente. La crisis del euro de 2011 fue una cuestión monetaria. Esta vez está en juego su propia supervivencia. Hay oscuras sombras que se ciernen sobre el cielo de la Unión Europea (UE) y, por extensión, sobre el cielo de nuestro país.

La primera amenaza es interior y tiene relación con la falta de liderazgo dentro de la propia UE. Juncker y Tusk no tienen ni el discurso ni el carácter para enganchar a los ciudadanos al proyecto europeo. Merkel peca de exceso de prudencia y previsiblemente en las próximas elecciones pierda gran parte de su apoyo, lastrada por la crisis migratoria. Y qué decir de Hollande: el presidente más gris y con menos carisma que Francia ha tenido en décadas y un verdadero lastre para su país y para su partido en el final de su mandato. Es tal la debilidad de los demás candidatos (o muy novatos o desgastados por escándalos), que todos dan por seguro que el Frente Nacional de Marine Le Pen será en mayo uno de los dos contendientes de la segunda vuelta de las elecciones francesas. Está claro que si el FN gobierna Francia, Europa será desmontada en muy poco tiempo. Las elecciones francesas son mucho más importantes para nosotros y el futuro de la UE que cualquier otro evento geopolítico global.

Hablando de elecciones en Europa, parece que hay muchos populismos aflorando por todas partes, empeñados en hacer saltar en pedazos el proyecto europeo. En marzo será Holanda y ya se habla del Nexit, alentado por el Partido por la Libertad, del xenófobo Geert Wilders. En Alemania, con sus elecciones en septiembre, crece Alternative für Deutschland, partidario de sacar al país de la UE. En octubre se da por seguro que Andrej Babis, un millonario corrupto al más puro estilo Berlusconi, se convertirá en presidente de la República Checa. En diciembre pasado, el referéndum celebrado en Italia ha dado alas a los partidos euroescépticos y en Austria el ultraderechista Norbert Hofer ha alcanzado un apoyo en las urnas del 47%, que, afortunadamente, no ha bastado para convertirle en presidente. No podemos olvidar la deriva autoritaria de Erdogan en Turquía, que, aunque no sea estado miembro de la UE, influye (y mucho) en el escenario europeo. En fin, un panorama poco alentador…

La segunda amenaza que podría acabar con Europa es el Brexit. Juncker, un político astuto donde los haya, ya ha advertido de que los británicos van a jugar en los próximos dos años a dividir a Europa. La señora May intentará negociar con unos y con otros diferentes acuerdos, como ya hizo el Reino Unido en los años sesenta. A unos les ofrecerá una relación comercial “especial” (Holanda, Bélgica, Portugal); a otros un mejor trato a sus ciudadanos (Irlanda, Suecia, Dinamarca); en otros casos se tratará de ayuda financiera (Grecia, Chipre, Malta); en nuestro caso se volverá a negociar sobre Gibraltar; etc. Aprovechando el ascenso de la ultraderecha y el debilitamiento de Francia, la estrategia británica volverá a consistir en ir aislando a Alemania. Si Europa sobrevive a las elecciones francesas, el segundo asalto en el que nos jugamos nuestro futuro será el Brexit.

La tercera amenaza, simultánea a las anteriores, es la política exterior de los EEUU. Trump es una amenaza para la UE por varios motivos: en primer lugar, su proteccionismo cuestiona la esencia de la economía europea que es el libre comercio y esto ralentizará nuestro crecimiento; en segundo lugar, está cuestionando la OTAN y, con ella, la seguridad de Europa ante la amenaza de Rusia; y, además, porque su política en Oriente Próximo generará más sufrimiento y una creciente presión migratoria en Europa.

Ante amenazas de este calibre, los continuos rescates de la economía griega o la crisis de la banca italiana, bastante más grave que la que nosotros sufrimos, parecen asuntos de poca relevancia.  

Tengo la sensación de que todos los que creemos en Europa debemos unirnos para defenderla en voz alta y plantar cara a tantos enemigos. Creo que, si somos capaces de sobrevivir a esta tormenta perfecta, debemos plantearnos reformas serias y profundas para hacer de nuestra UE una institución fuerte y eficiente, que ayude a solucionar los retos a los que nos enfrentamos, en vez de sostener una máquina de fabricar burocracia (otra más). Una Europa que vuelva a ilusionar…y que funcione.

 

Carlos Benguría
Fortium Family Office